En semana de pasión, partido apacible para el Madrid. Las fechas y la
altura de la temporada podían invitar a que los blancos tuvieran hoy un
partidazo en casa, jugándose la vida en la Copa de Europa, con fuego en
la grada y chispas en el terreno de juego. Pero no. El sorteo y el buen
partido de ida han descafeinado este Madrid-Apoel tanto que anoche
quedaban alrededor de 10.000 entradas a la venta.
Con el desenlace escrito desde hace una semana en Chipre, sólo cabe
cumplir el trámite. Llega el Apoel entregado, con un 3-0 en contra que
hace que su visita tenga aire de turismo. “Fútbol es fútbol”, decía
Mourinho en la víspera, pero del mismo modo concedía que nadie cree que
los chipriotas puedan ganar 0-4. Para los kamikazes financieros, ese
resultado se paga a 251 euros.
Con el Madrid diseñando ya el viaje a Múnich para disputar las
semifinales desde hace días, hay alicientes suficientes como para que el
madridista acuda hoy a Chamartín o se siente delante del televisor. El
primero, el más emotivo, rendir homenaje a Juanito, de cuyo
fallecimiento se cumplieron 20 años el pasado lunes.
Será noche de ángeles. Juan Gómez, santo del madridismo a cuyo
espíritu se encomienda club, equipo y afición para remontar partidos o
eliminatorias, recibirá una vez más el reconocimiento del Bernabéu, que
tanto le añora. Habrá mosaico conmemorativo. Y en el minuto 7 se le
cantará como pocas veces. También habrá un minuto de silencio por José
María Zárraga, mítico jugador del Madrid que ganó las cinco primeras
Copas de Europa y que falleció ayer.
El otro Ángel de la noche será Di María. “No está para 90 minutos
pero jugará más que en Pamplona. Aunque hemos tenido buenos resultados,
le hemos echado de menos”, reconocía Mourinho ayer por la mañana.
Reapareció en Pamplona, donde apenas tuvo participación en los
últimos 10 minutos. No le dio tiempo a mucho. Lo que no faltó fue un
sprint a por tres jugadores de Osasuna que se pasaban el esférico. Su
presión encoge el corazón de Mourinho. Hoy tendrá más tiempo para
recuperar sensaciones.
El equipo, además, se juega los 800.000 euros de rigor por ganar un
partido de la Liga de Campeones, una cifra más que suficiente para que
la plantilla no se relaje.
El Apoel llega arropado por 3.000
chipriotas a los que el resultado de la ida no les importa demasiado.
Verán a su equipo en el Santiago Bernabéu disputando unos cuartos de
Champions. Momento para fotografiar. Los hombres de Jovanovic saltarán
al verde con la intención de hacer un partido digno y no llevarse un
carro de goles.
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